"Si hay orientación lacaniana, es porque no hay ningún dogma lacaniano, tampoco "el inconciente estructurado como un lenguaje", ninguna tésis ne varietus que daría lugar a abecedario, brevario, compendium, dogmático. Hay solamente una conversación continuada con los textos fundadores del acontecimiento Freud, un Midraj perpetuo que confronta incesantemente la experiencia con la trama significante que la estructura". J.A.Miller

domingo, 21 de abril de 2019

"El partenaire-síntoma": Capítulos V, VI, VI "El reverso del síntoma-goce", "El apologo de San Martín", "Revalorización del amor"

Capítulos V, VI, VII “El partenaire-sintoma”

Capítulo V: “El reverso del síntoma Goce”
Pierre- Gilles Guéguen retoma a Bentham, quien es considerado por Lacan como el antecedente de Freud en cuento al goce en su teorías de ficciones. Desde este autor vamos a ver el reverso del partenaire-sintoma (síntoma-goce): el partenaire-semblante.
JAM primero ante la pregunta ¿Por qué se pide un análisis? Responde que hace falta una búsqueda de sentido y un sufrimiento ligado a la repetición, que tiene relación con un síntoma. Síntoma que a lo largo de la historia del psicoanálisis, desde Freud primero con “inhibición, síntoma y angustia”, luego con “Más allá del principio del placer” y más adelante con Lacan y su separación de los tres registros, pasa de la cura-tipo, algo a eliminar, a privilegiarlo en tanto estructurado como un lenguaje. Esquema (página 97)
Lacan en un primer momento hace pasar el síntoma de lo imaginario hacia lo simbólico, al plantear que es un significante, una palabra que viene del estancamiento. Del mismo modo ubica la repetición, diciendo que su automatismo se extrae de la cadena significante. Será al final de su enseñanza que el síntoma retorna desde lo real. Un real fuera de lo simbólico, fuera de lo imaginario y que se define NO como aquello de lo que no se puede decir nada, sino aquello de lo que no se puede dar sentido, como una palabra limite. Es este “limite” de real justamente lo opuesto a “semblante”.
En el primer Lacan lo Real es lo Simbólico: lo que se presenta como Imaginario (la fantasmática del sujeto) entra a lo simbólico de manera significantizada, por ejemplo el falo, que no es solo el órgano real, sino la imagen que funciona como significante. El fantasma, como imágenes,  se construye a medida que se van poniendo en función en la cadena significante. Son ejemplos de cómo Lacan convierte en significantes elementos para que sean operantes desde lo simbólico, y designa lo real en tanto operatorio, determinante. Pero es justamente esta primacía de lo simbólico y lo que se significantiza lo que le hace tropezar con el sinsentido del significante. Este tropiezo hace que se aproxime hacia el estatuto de que lo real es lo que no tiene sentido.
(página100) Simultáneamente lo imaginario y lo real orgánico, lo real dado, lo real de base, hacen el papel de semblante y tras su retorno a “Inhibición, síntoma y angustia” deja del lado del semblant a lo simbólico y lo imaginario. Es lo que plantea invertir en “De un discurso que no fuera semblante”: que lo simbólico es un semblante, que lo que se despliega en este es calificado de ficción y que esto ciñe lo real.
P-G. Guéguen: “Ficciones y partenaire síntoma” 
Desde la teoría de ficciones, Guéguen ordena cronológicamente a Lacan, desde su crítica al utilitarismo utilizando a Bentham, en este primer momento a modo de crítica, con tal de diferenciar al psicoanálisis de la ego-psychology y de la ipa. Y es que el panóptico, desde un tratamiento igualitario y una vigilancia constante busca la reforma y no el castigar. Para JAM lo distinto es que no busca poner en marcha los principios morales de lo bello, el bien o la verdad sino que buscar encontrar una regla empírica que reparta los goces en armonía para evitar dolores y acrecentar placeres. Para Lacan en la época del “informe de Roma” esto es un privilegio del yo y una denegación del inconsciente, además de una doctrina del imaginario narcisista, (el nombre del yo en esa época) que conduce a la lucha de sexos generalizado y al aislamiento del individuo; además contribuye a hacer existir al Autre como un todo. En esta época Lacan está buscando un lugar en psicoanálisis para la pulsión de muerte, es la época de primacía teórica de lo simbólico sobre lo imaginario.
Lacan dejará de despreciar las teorías de Bentham a partir de que intenta introducir al psicoanálisis en lo real, en el Seminario de “La ética”, y aborda el utilitarismo desde otra perspectiva: le resulta interrogante que al modificar los placeres y los dolores, esto hace mella en el cuerpo. Lacan lo observa desde la pulsión, observa cómo se intrinca lo simbólico y lo real del placer y displacer. También se interesa por el uso benthamiano del significante en cuanto a entidad ficticia, que convoca lo que no existe, como la materia, la forma, el tiempo, el espacio. Al no disponer aun del objeto pequeño a, Lacan hace uso de esta ficción, que no lo engañoso, para nombrar a lo simbólico.
Vuelve a nombrar al utilitarismo en este Seminario para conceptualizar la ficción simbólica como una defensa contra lo que es el fondo de la vida y que en aquel entonces Lacan llama el cadáver y la pulsión de muerte, el das ding, la cosa: que no es la misma para cada partenaire, sino según elecciones, por la ficción del lenguaje. En resumen, el termino ficción para Lacan cuestiona con lucidez que las instituciones humanas albergan goces, los distribuyen y de esta manera establecen modos de gozar que adornan con las virtudes de lo útil y del bien.
Jam interrumpe para desarrollar más la elección de Lacan del término semblante sobre el de ficción y medita que la ficción en Lacan califica un efecto de verdad que es engendrado por la articulación significante: la ficción se sitúa ahí donde un sgte y otro se unen y se obtiene un significado. Es por lo que Lacan puede decir que la verdad tiene estructura de ficción, pues es variable según el sgte, de ahí que hable de “varité”.
JAM nombra a Bentham como cínico del lenguaje en el sentido de que la articulación simbólica, por compleja que sea, solo tiene una meta, la finalidad del goce: esto es la ficción. Al no poderse hablar de lenguaje si no se habla de ficción, plantea que hay dialéctica entre lenguaje y ficción, y Lacan prefiere “semblante” porque justamente el término “ficción” deja fuera al significante, la palabra, al lenguaje y de lo que se trata es de calificar de ficción al significante mismo, en particular al sgte amo. El semblante es la imaginarización del símbolo, pues va más allá de la ficción como efecto de verdad, como efecto de significación (pág. 119).
Entonces, las ficciones (historias, construcciones, fantasma) son del orden de la defensa. Lo simbólico, luego dirá la articulación significante, es una defensa en relación con la pulsión y el goce, que trata de encontrar una salida que no sea el síntoma. ¿Y que es esta defensa? Para Freud era el yo que ponía en marcha el principio del placer para taponar a lo que viene de la cosa, de la pulsión. Es el lugar del Autre para Lacan. Es decir, la articulación significante viene al mismo lugar que el principio de placer. La pregunta es cómo se articula el principio de placer y Autre. Propone para el próximo día continuar con la idea de qué: es el Autre mismo el que desempeña el rol del principio del placer.

Capítulo VI: “El apólogo de San Martín” 
JAM pesca el partenaire “del que tiene y el que no tiene” desde el apólogo de san Martin, que compara con el del juicio de Salomón, para decir que el altruismo presente en el primero, no es sino la proyección del egoísmo, en el sentido de que en el “amaras a tu prójimo como a ti mismo”, el prójimo es “yo mismo”.
Vuelve al utilitarismo de Bentham para decir que hace aparecer los ideales como semblantes o como ficciones, lo que constituye una subversión moral, pero que solo tiene en cuenta al placer como bien absoluto, lo que lo diferencia de la subversión freudiana, pues al no tener en cuenta el placer que es el dolor, al descartar nuestro más allá del principio del placer, este utilitarismo, excluye al goce. (pagina130) 
Y es que el acto de San Martin de partir su capa en dos, también hay que pensarla como “la otra satisfacción” del capítulo V del S.XX, pues más allá de cubrir la necesidad del mendigo, dice Lacan “mendigaba otra cosa, que San Martín lo mate o lo bese”. A partir del “chiste y su relación con lo inconsciente” en que también nombra la otra satisfacción, concretamente en los chistes por desplazamiento (página 133) y que despeja, con el chiste del salmón con mayonesa, el cinismo “del que no tiene” y el control “del que da”. Y es que cuando las necesidades están colmadas, se pierde la brújula que es el deseo. Pero (y es a lo que quiere llegar JAM con este recorrido)hay un más allá  de la necesidad que no es el deseo, sino el goce;
Guéguen retoma la cita de JAM al capítulo V del S. XX, donde Lacan ya puede introducir que “El deseo y su significante, el falo, son del Autre y por lo tanto también le dan consistencia. Es el momento en que Lacan puede abordar que el Autre no existe, solo a nivel imaginario y simbólico, pero que a nivel del goce, no hay relación, solo hay falla sexual y este Autre solo puede ser abordado desde el goce particular del bla,bla,bla, es decir: lenguaje, inconsciente y síntoma sustituyen al hecho de que no hay relación sexual, tienden a hacerla consistir. Y es en este marco que el objeto a, mixto de imaginario y simbólico, aparece en este Seminario XX como enmascarador de esta falla (144). La referencia benthamiana en este capítulo es que refrescó la atmosfera moralizante del aristotelismo pero que hay una ausencia de la dimensión de la situación, que el goce de los hombres y las mujeres no es el mismo y lo que hacen los semblantes es, a través de las ficciones del lenguaje encontrar en otro cuerpo sexuado esa falta.

Capítulo VII- “Revalorización del amor”
JAM, quisiera dedicar esta clase enteramente al capítulo V del S.XX. desde el punto lacaniano de “considerar el lenguaje como un aparato de goce”, aunque se retrasará al capítulo siguiente pues hay algunos interrogantes pendientes del Cours anterior.
Guéguen se pregunta sobre los cambios del estatus del amor a lo largo de la obra de Lacan, y sobre “la otra satisfacción”. Sobre el amor se cuestiona si hay más alla de hacer condescender el goce al deseo, más alla del goce del bla-bla-bla. Y ¿si el Autre y la pulsión están tomados por los aparatos de goce, como ir mas allá de esto?.
JAM: en Freud hay una sospecha sobre el amor y no lo trata como término último  al que habría que apuntar en la realización del sujeto; Lacan sobre el amor recuerda su narcisismo: es a ti mismo, incluso a tu imagen a quien amas en el otro. Así que el amor en ningún momento permite calificar algo de la operación analítica. El ejemplo de la contratransferencia, o amor de transferencia (ambos aparecen como un obstáculo), serían un amor imaginario; el amor simbólico (seminario 4, la relación de objeto) es “la demanda de amor”, cuya demanda está entre la necesidad y su satisfacción; de esta necesidad dirá “todas las necesidades del ser que habla están contaminadas por el hecho de estar implicadas en otra satisfacción”, más alla de la materialidad, ya no es el agua para calmar la sed, sino un significante y en “Encore” ampliará que es un signo, el signo del amor: ofrecer el significante como respuesta constituye en sí mismo una satisfacción (pag 153/154). JAM recuerda que esto es en la época en que el concepto de deseo aun no estaba construido, que es quien sostendrá las funciones del amor más adelante. ¿Y el amor en lo Real? Se lo plantea justamente desde el “amaras a tu prójimo como a ti mismo” (S. VII, La ética): amor al prójimo que invoca finalmente el lugar del goce como un mal (S. XX), pero lo hace por la vía de la pulsión que es autoerótica, es decir que encuentra en ella misma su objeto y en que el Autre no interviene. El Autre no existe a nivel de la pulsión y el amor en todo esto tendría la función de conducir al sujeto desde un estadio infantil en que desconoce al Autre, hasta reconocer a este Autre como persona. El “no hay relación sexual” es el correlato del autoerotismo de la pulsión y el amor vehicula al goce a la dialéctica del deseo, es decir, el amor (en lo real) suple la ausencia de relación sexual que no existe.
JAM hace todo este recorrido por el amor, por el deseo, por el goce todavía como resto, para llegar al punto que Lacan desmitifica el complejo de Edipo, momento que Miller resume en la frase “el lenguaje es aparato de goce”: así, el goce deja de ser resto y está en todas partes. dirá Lacan que  “Todas las necesidades del ser que habla están contaminadas por el hecho de estar implicadas en otra satisfacción” (página 163), es el tiempo en que necesariamente introduce el ser hablante que incluye el cuerpo y por tanto la pulsión, descartando la separación de esta con el inconsciente, nunca mas piensa al inconsciente sin la pulsión. El hecho de que el ser que habla está contaminado por un goce que se encuentra en el nivel mismo de la palabra, produce un giro de tuerca que le da la vuelta al Autre evacuado de goce, y que incluso cuestiona la articulación significante y al propio significante: dirá “el significante no tiene relación con su efecto de significado” frase que hace destacar la relación del significante con su efecto de goce,  y no como derivado o lateral. Lenguaje y goce van a la par, es más, el significante es la causa del goce. Concepto, el de goce que retomará el próximo día desde el capitulo V del S. XX.

Laia Gil Chafer
17 abril 2019

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