Desnivel entre Ser y
Existencia.
Usa el aparato
neosussuriano, en la instancia de la letra (dibujo página 1).
El Ser es a nivel del
significado, mientras que la existencia es a nivel del significante. Invierte
la posición (dibujo página 1 porque el ser recubre la existencia, metaforiza la
existencia, no se puede ser cualquier cosa, depende de la existencia, por ello
no hay que interpretar a nivel de las interpretaciones, de la escucha, sino a
nivel de la homofonía, del sonido. El ser es sentido y significaciones, la
existencia está a nivel de la homofonía y el ruido.
(Página 2)
Conduce el ser y la
existencia al mismo grado de uso que el aparato neosaussuriano.
Los seres son de ficción,
algunos no existen, los animales, los personajes literarios.
La palabra no es de la
existencia, es del ser, pero puede activarse a nivel de la existencia.
(Página 3)
Quién tiene la palabra es el
ser, que es ficción, por ser un ser de lenguaje, dónde siempre desaparece el
ser. Con la ficción del ser, se produce es el fantasma de proteccionismo,
fantasma del amo, sueño de una domesticación universal.
El ser es ficción y las
ficciones no tienen su ser más que de ser enunciados. Que la verdad tiene estructura de ficción, quiere
decir que no tiene su ser más que del discurso, sin discurso no hay verdad.
Las ficciones nacen del
lenguaje, cuando lo maneja el amo que enuncia lo que es.
(Página 4)
La ontología, es la
elaboración del ser, el uso en el hilo del discurso del verbo ser, cuando
enlaza a un nombre una propiedad, la sección del predicado: el rey de Francia
es… es operar la sección del predicado para aislar la copula del ser como significante.
El discurso del ser es
discurso del amo. La literatura, la filosofía, hacen surgir los efectos
poéticos del significante y los efectos imperativos.
Brentano habla de las
significaciones del ser.
Lacan: el ser es una
significación y se sustrae en esa significación que lo representa.
Freud: lo reprimido es el
ser y así Lacan en el S-11 lo llama lo “no realizado”, y que podría llegar a
ser en la palabra.
Así pues llegamos al ser y
la falta en ser, a las gradaciones del ser. Y más, las relación del ser y la
falta son reconocibles cuando se trata de la verdad, pues la verdad varía según
el ser, pues si accede a ser lo reprimido, la verdad varía. El destino de la
verdad acompaña al ser, se eclipsa o sale con él.
Esto es muy importante por
la eternidad del ser, de la que Lacan nos dice en el Seminario del Sinthome el
analista tiene que estar en guardia, precisamente porque el ser varía con el
tiempo, no es eterno.
(Página 5)
La Religión, la zarza
ardiente, lanza un predicado que redobla el ser: soy el que soy, es un uso
intemperante del ser, que os propone una versión absoluta, que se sostiene de
un corte del predicado para colmar el agujero de la falta en ser.
A esto se une la Metafisica
de Aristóteles, que produce una exaltación del ser en la teología cristiana,
que se basa en la estabilidad de la rutina de significación, que da un
espejismo de eternidad, de manera que la eternidad es a fin de cuentas que el
significante guarda siempre el mismo sentido.
El Ser eterno se combina con
una cosmología imaginaria, que se soporta en la noción del mundo en el cuál
habría conocimiento. Heidegger lo recoge con el Dassein, ser en el mundo. El
psicoanálisis cambia el Ser en el mundo, por el Ser discursivo, pensarlo como
ser en el mundo prohibiendo transferirle las propiedades atribuidas a su ser en
el mundo.
(Página 6)
El ser es de lenguaje, la
existencia no nos hace salir del lenguaje, hay que tomarlo a nivel no del ser
sino de la escritura, diferente a la de la palabra escrita. La escritura de la
existencia es el significante operando separado de la significación. En el
discurso científico no hay mundo, para la existencia tampoco, para el ser sí,
aunque la bilogía introduce el mundo, por el sentido.
Aquí pues se trata de
lectura, no de escucha. Lo que se escucha son las significaciones, se parte de
pequeño s y se intenta aislar el S, que evocan la comprensión de un goce
implicado, hace falta un esfuerzo para separar el significante.
(Página 7)
La lectura es otra cosa,
parte del significante y puede dar significaciones. Para pasar de la escucha a
la lectura hay que pasar por el escrito (de la palabra?, creo que no).
La interpretación es una
lectura, el inconsciente se le supone saber leer (Lacan).
Hay dos estatutos del
significante, el que apunta a la palabra, y el que se lee pura y simplemente,
este es primero en relación al significado (homofonía), este no tiene
significación, a este se le puede llamar letra. Y es sustancia que habita el
cuerpo.
Lo que llamamos lenguaje que
nos impone el ser, eventualmente eterno está hecho de la unión de significante
y significado, en el que la denotación y la referencia, (el significante) se
evita. Significa que el ser se evita, es huidizo cuando se habla, de él estamos
separado por el muro del lenguaje (dibujo página 8), solo tenemos las
apariencias.
(Página 8)
Lacan nos invita a renunciar
a que la apariencia es el ser verdadero. El psicoanálisis conduce a otra cosa,
a plantear al lado del lenguaje (dibujo pág 8) un ser para… un ser que está
siempre al lado y detrás del muro del lenguaje la existencia. Para nosotros no
hay muro del lenguaje si llegamos a concebir que la escritura afecta y
constituye la existencia. Hay una conjunción del par-êtrey la palabra, en su
cumbre cuando se habla de ser hablante, y una conjunción esencial entre
existencia y la escritura (dibujo pág 9).
Es un aparato fundamental
para leer “no hay relación sexual”, no puede ser escrita y la escritura es la
condición de la existencia.
Las suplencias de la
inexistencia de la RS, es el Amor, que hace ser al Uno imaginario, aísla un
solo ser, aquél que cuando falta todo está despoblado. Tiene esa propiedad de
aislar un Uno, evidentemente un señuelo del Uno verdadero, del que estaba
enamorado Plotino, el significante Uno.
(Página 9)
La transferencia analítica está
hecha de este amor verdadero, el lugar el Otro, el de la verdad, el lugar de
los par-êtres también, y es muy peligroso que el analista se sitúe en ese
lugar. El amor no nos da acceso a la existencia, solo al ser.
El Uno del amor es distinto
del Uno de la existencia, que valora un efecto de escrito y no de
significación. Así en la escucha lo que cuenta es la lectura del escrito
primario, no al escrito anotando la palabra, que representa con un Uno
mayúsculo de forma latina y al lado un circulo supuesto indicar la falta
(dibujo pg. 9).
Lacan manejo esto con la
teoría de conjuntos para la ausencia de seres, y la teoría de clases, para los
seres, en función del predicado: lo que se parece se reúne.
(Página 10)
En un conjunto las cosas no
se parecen por ninguna propiedad, forma, dato imaginario, significación. Lo que
tienen en común es ser unos que pertenecen al conjunto marcado por una letra.
Además se cuenta el conjunto vacío, que aparece cuando se cuentan los
subconjuntos, como Uno-en-más.
El Uno entra en nuestro
mundo por el significante, por el hecho de que hay lenguaje. El Uno es
sustancia significante, ningún génesis, al haber Hay del Uno, se aísla el goce
como otra sustancia. Hay dos sustancias, la significante y la gozante, asignada
al cuerpo de la existencia, que no es la imagen del estadio del espejo, ni la
forma, ni el Uno,un-cuerpo, ni el de la relación sexual. Es un cuerpo que goza
de él mismo, es “lo que goza”, “eso que goza”.
Hay dualismo de la
sustancia, sustancia gozante y sustancia significante.
(Página 11)
Las sustancias significante
y goce, externas la una a la otra, repercuten la diferencia freudiana del
inconsciente y del ello. El lenguaje es un aparato de goce, imprime el Uno
sobre el cuerpo. Freud lo llamo castración, Lacan, desorden, desbarajuste,
desregulación (no me gusta ninguna pues parece que haya habido un estado
anterior contrario). El Uno conmemora una irrupción de goce inolvidable, que
genera una adicción fuera de sentido, no adición, pues las experiencias no se
suman.
Este goce opaco al sentido,
lo descubrió en la sexualidad femenina para en un segundo tiempo extenderlo a
la masculina. El síntoma tiene sentido, contiene una verdad, y para el goce
opaco al sentido, Lacan puso la escritura del sinthome, no relativo de una revelación
sino de una constatación, que es susceptible de desnudarse, quitándose las
vestiduras que le dan los par-êtres, entre el que se encuentra el pequeño
objeto a.
El goce repetitivo de
adicción solo tiene relación con el significante Uno, S1, no
con el S2,
por lo que esta fuera-de-saber, es solo autogoce del cuerpo vía S1,
siendo el cuerpo mismo quien hace función de S2 en
la materia, lo que hace función de Autre. Estos conceptos los desarrolla en el
Seminario Encore, del lado de la sexualidad femenina para luego extenderlos a
lo masculino, más escondido bajo las fanfarronerías del goce fálico, pero
visible en hombres que eligen no pasar por él, misticos, los que instalan en el
lugar del Otro algo distinto al cuerpo de la mujer (Joyce).
(Página 12)
Esto nos lleva a lo real,
nivel donde la existencia se conjuga con la escritura fuera de sentido, buscado
por Freud con en el Proyecto, y también por las neurociencias, a las que sin
embargo se les introduce el sentido por la biología. Lacan lo encuentra en las
matemáticas, en la topología.
Lo real es la conjunción de
las dos sustancias, significante y goce. La conjunción del significante S1 y
del goce es siempre contingente, y es lo que se cuenta en análisis, la
contingencia del encuentro entre el significante y el goce, los caminos
necesarios por los cuales esta conjunción se produjo.
A este nivel se formula, lo
real es sin ley, la conjunción del significante y el goce es sin ley. El modo
de entrada de la experiencia inolvidable de goce será siempre rememorada por la
repetición, y siempre es una fractura, no la deducción, ni la intención, ni la
evolución, es ruptura, disrupción que produce un desbarajuste, que Freud
captura en la significación de la castración y en el teatro de la prohibición
edípica, teatro que ha palidecido porque el orden simbólico ya no es más el que
era, hoy en el siglo XXI.
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