Constatadamente
hay el otro pase, y esto condiciona la experiencia analítica.
La
experiencia se inaugura con una demanda del analista:"Dime la
verdad". Una verdad que no es definitiva, es variable, pues sabe el
analista, que diciendo la verdad se miente, y que no se puede evitar; es a esto
a lo que JAM llama Real: Llamo real ahí donde no puedo decir la verdad más que
mintiendo. Lo real es la razón de la verdad mentirosa. es lo que no puedo decir
más que mintiendo, lo que es relativo a la verdad, a decir que es verdad.
(página 2)
Lo universal se sostiene a
nivel del ser, y la existencia es de
otro registro. ¿Entonces se puede pensar
el padre a partir del universal?: JAM critica el diagnóstico universalizante
desde el complejo de Edipo respondiendo a esta pregunta con un padre mencionado
en singular que se erige en tótem del universal.
Si bien es Lacan el que
extrae lo universal de la función paterna, como aquel que dice "no",
aquel que libera al sujeto de su sujeción a la madre y al goce que esta
relación conlleva, la ultima enseñanza de Lacan, singulariza con lo que hace un padre, el de
cada uno, es el que singulariza su deseo en una mujer entre todas; es lo que
Lacan llama pére-version: la singularidad de cada padre en relación a lo
universal del padre, señalando que identificarse a la función universal del
padre no puede tener más efectos que psicóticos. Y de la lógica del para todo x se obtiene una verdad
universal que no es operativa pues no garantiza ninguna existencia. SER el padre
como lo universal, y la EXISTENCIA de un padre funcionando como tal, en su
singularidad. Es la singularidad calificada de perversa, en tanto que desmiente
el para todo x.
Tenemos pues al ser a nivel de lo universal y la existencia
de lo singular. Y así en la
presentación de enfermos, para poder captar esta singularidad hay que borrar el
saber que tomamos del universal para
mirar en la invención original de la que da prueba el sujeto en cuestión, algo
inventado que le sostiene en la función
paterna y que le permite ordenar su experiencia en el mundo. (página 3)
Lo que Lacan, en último término,
llama al padre es lo que hace excepción y existencia en relación a lo universal,
y si bien lo universal opera como función es sólo en lo singular que opera, que
se encarna, esta función. Es a lo que apunta con Yad’lun: sacrificar el
totalitarismo de lo universal por la singularidad del l’Un, es decir que
considerar el padre a nivel de l’Un lo desplaza a nivel del síntoma.
Si ya vimos que el objeto
pequeño a es un semblante, del lado del ser y por tanto universalizante, la última
enseñanza de Lacan tiene otra brújula: la del
síntoma que se inaugura con este Yadl’Un, donde el síntoma es la
respuesta de la existencia del Uno que es el sujeto y en clínica no es lo mismo
orientarse desde esta respuesta singular, que sobre el fantasma. Aunque en
análisis se ha de resolver la pregunta de las significaciones del ser, esta
resolución tiende a la nada, al deser, y este deser no toca la existencia.(página
4) Así el síntoma no es una formación de la palabra sino que es correlativo a
una inscripción, algo permanente, algo muy distinto de la vaporosidad del
sueño, acto fallido, lapsus…y por ello obliga a ir más allá de la función de la
palabra en el campo del lenguaje: a saber la escritura, a razón de su
permanencia.
Es por lo Freud tiene que
inventar la reacción terapéutica negativa para rendir cuentas de la resistencia
del síntoma a evaporarse una vez se ha esclarecido su verdad y, por lo que
Lacan, no se conforma con que el inconsciente sea el discurso del Otro, más
bien al contrario, la última enseñanza parte de esta resistencia del síntoma,
repensando el psicoanálisis al abordar el inconsciente también como un saber,
pero un saber que no pasa por dar sentido al s1, sino en un significante que
puede inscribirse como letra. Estamos en el inconsciente real, al ubicar al inconsciente a nivel del
síntoma, al que queda después de la interpretación, después de la verdad.
(pagina 5)
Para este nuevo trato del
síntoma Freud inventó su segunda tópica, dando cuenta de la existencia de otra
interpretación. En su caso, Lacan recoge la iteración del síntoma, una acción que repite un proceso, que una
vez despojado del deser, más allá del fantasma, implica un acontecimiento particular,
el traumatismo, es decir el encuentro con el goce, distinto a la libido
freudiana, pues este goce, relacionado con un reencuentro, se mantiene
intocable detrás de toda dialéctica. Lo que queda del síntoma una vez
interpretado, atravesado el fantasma, conquistado el deser, cuando es cogido en
su forma más pura, repite el "una sola vez", este síntoma es autosimilar: que uno se da cuenta de que
la totalidad es similar a una de las partes. Es con esto con lo que uno se
encuentra al ocuparse de su mas allá del pase, el síntoma autosimilar que
permite darse cuenta de que, en todo lo que uno ha recorrido, repite esa misma
estructura.
Las consecuencias en la clínica
son determinantes, pues hay una escucha a nivel de la dialéctica, con la ontología
del analizante, con lo que toma sentido para él y que se dirige al deser, con
efectos por un lado depresivos, pues esto se desvanece, y por otro lado de
entusiasmo, por liberarse de lo que pesa en la vida libidinal. (Página 6) Pero
hay también la escucha de la iteración, dirigida hacia la existencia, y es
entre estas dos escuchas que el analista se mueve, en dos dimensiones que están
conectadas solo por un hiato.
Una dimensión del ser, que
como analistas acompañamos en su vaciamiento, mas hay la dimensión donde se
tiene un cuerpo, el parlêtre, y ¿qué
es lo que hace de este cuerpo que tiene? Es el cuerpo marcado por el síntoma, aquí
definido como acontecimiento del cuerpo, lo que supone un cuerpo marcado por la
palabra en tanto que se escribe, y que queda representada por una letra. Es
esta inscripción la que se califica como inconsciente freudiano. En resumen:
hay síntoma; mas allá del deser, queda el acontecimiento del cuerpo y Yadl'Un
es una formulación que constituye el primer paso de "no hay relación
sexual". No hay relación sexual,
en el fondo es la consecuencia de la primacía del Uno, en tanto que marca el
cuerpo de un acontecimiento de goce. Un Uno solitario, es decir nada de dos,
nada de relación sexual, el Uno que habla solo, y si en el análisis hay dos es
porque se le añade la interpretación, se añade el s2 que permite dar sentido y
saber, justamente para llegar al dé-savoir
y al dé-sens.
(Pagina 7)
Hay en el síntoma un Uno
opaco al sentido y para aislarlo hay que pasar por los recorridos de la dialéctica
y la semántica, ocurriendo que es un engaño que el análisis satisfaga por el
sentido que libera. Precisamente es un acceso al deser para culminar en la asunción
de que, lo real, hace rebelarse a la verdad y más allá del fantasma asumir el
no sentido del Uno que en el síntoma itera sin ton ni son.
Laia Gil
No hay comentarios:
Publicar un comentario